Ya han pasado un par de semanas desde que se celebró el
IRONMAN DE NIZA 2013 ... pero nunca es tarde para conocer que se siente cuando se participa en esta durísima prueba deportiva.
Nuestro compañero Álvaro Martínez Durá tras un duro, largo y exigente entrenamiento participó en este Ironman el pasado domingo 23 de junio de 2013 en la ciudad de Niza (Francia) y se ha animado a contarnos como vivió la experiencia.
Si quieres conocer todo lo que le pasaba por la cabeza a nuestro IRONMAN durante la competición, no te pierdas su crónica y sus fotografías:
CRONICA DE UN IRONMAN (NIZA 23 JUNIO 2013)
226, ese número mágico con el que
cualquier triatleta sueña, 226 son los kilómetros que te separan de tu sueño.
226 kilómetros de sufrimiento, de disfrute, de pensar, meditar y por qué no incluso
de reír y de llorar. 226 kilómetros que separan de la playa de Niza hasta la
meta de mi sueño, el Ironman de Niza. Otro lugar, otra motivación, otros
entrenos, pero al fin y al cabo la misma meta, al acabar el día haber cruzado
la meta, haber sido capaz de vencer las dificultades y los miedos, volver a
disfrutar de ese pequeño momento de gloria por el que llevas luchando mucho
tiempo. Volver a ser Finisher de un Ironman.
El jueves a primera hora partimos
hacia Niza, la compañía inmejorable, Ramón como equipo técnico, y Manolo como
compañero de fatigas. Tras unas 11 horas en el coche nos plantamos en Niza,
deshacemos las maletas, montamos bicicletas y nos organizamos como podemos en
una pequeña y modesta habitación enfrente del paseo donde el domingo correremos
la maratón. A regañadientes convenzo a mis compañeros para salir a correr,
después de toda la semana constipado necesito probar mis piernas a buen ritmo, así
que casi una horita de trote con unos diez minutitos a buen ritmo que me da
buenas sensaciones.
El viernes lo dedicaremos a dar
una vueltecita en bici para asegurarnos que el viaje no ha producido ningún
daño, y previo paso por mecánico de la bici de Manolo nos quedamos tranquilos y
con buenas sensaciones, yo la verdad me encuentro muy bien y soy optimista,
pienso lo de siempre “si logras salir del agua se van a enterar”. Ya solo queda
relajar y hacer los preparativos para el día de la carrera, bici, ropa, casco,
zapatillas, todo en orden y nosotros con ganas.
Día D
El día en Niza empieza muy
tempranito, la salida es a las 6:30 y no me gusta ir con prisas, así que a las
4:00 suena el despertador, y mientras Ramón duerme, manolo y yo desayunamos
sentados en la cama. Yo como siempre en estos casos como todo lo que me entra,
y me hincho a panecillos de leche con mermelada. Una vez desayunados duchita
(esto es una manía) y a boxes que ya empieza el lio. Antes aun me da tiempo a
responder algunos mensajes que me han llegado durante la noche, joder la gente
a veces me pone los pelos de punta, en estos momentos pienso mas ya en no
fallar por ellos que por mí, no se lo merecen, tantos ánimos y tanto apoyo no
pueden quedar en nada así que concentrado y al lio.
Todo preparado, nos plantamos en
la playa de Niza, con el neopreno puesto y el gorro me dirijo al agua para asimilar
un poco el frio del agua y calentar algo, entro en el mar y nado unos cien
metros, y cuando me giro…. Esto es acojonante, 2800 personas con neopreno
listos para tirarse al mar, y todos los espigones, playas colindantes y las
gradas de meta repletas de gente, buff!!! La verdad es que es de esas imágenes
impactantes que se te quedan marcadas. Vuelvo a mi lugar de salida y preparado
para el lio, va a empezar esto y la verdad estoy con ganas.
Estamos en nuestros puestos, de
doy la mano a Manolo, pienso que la compañía es inmejorable, será una gran
referencia en la carrera y por supuesto un gran compañero de fatigas, me
santiguo (manías…) y vamos al agua, acaba de empezar el ironman de Francia.
Salgo por el centro, donde están los mas rápidos, en previsión de que no me
moleste nadie, ellos saldrán rápido y yo podre ir a la mía sin que nadie me dé.
Eso pensaba yo, pero nada más lejos de la realidad, cuando 2800 personas saltan
al mar con sus 5600 ojos apuntando a la misma boya, es inevitable que si eres
un nadador mediocre, como yo, te muelan a palos. Los últimos entrenamientos de
agua me hacían ser optimista, pero sigo siendo malo, muy malo diría yo, así que
viendo que todos van más que yo, me centro en llegar como pueda, ya llegara mi
momento, así que nado, nado y nado. Primer problema, el constipado de la última
semana me afecta en la nariz, no sé cómo pero me entra agua por la nariz, lo
cual para empezar es muy desagradable y además me provoca un flato bastante
doloroso en el lado derecho, probando descubro que si respiro solo a izquierdas
no me duele, así que a eso voy, pero el tragar agua del mar me hace vomitar un
par de veces, esto no es bueno, pero en realidad tampoco me encuentro mal así
que a acabar como sea. Durante la natación me entretengo pensando en donde
estará el fondo, donde estarán las boyas, y como siempre que nado me acuerdo de
Mar, mi profe de natación, vaya delfín, eso es nadar y lo demás son tonterías.
Pero bueno, yo sé lo que se, así que entre palos y palos consigo acabar los 3800
metros, me han pegado hasta en el carnet, pero sigo vivo, salgo con el reloj
marcando 1:23, muy lejos de mis peores expectativas, pero ante esto no se puede hacer nada, ahora viene lo mío.
La transición hacia la bici es
larga, y desastrosa, en primer lugar pierdo las gafas, vuelvo de cara a todos
los que venían corriendo 100 metros y las recupero, sigo haciendo la transición
a buen ritmo, me encuentro ligero de piernas, pero al llegar a la zona de
bolsas me paso y no encuentro la mía (seré burro…) pero bueno, vuelvo otra vez
en contra de dirección para encontrar mi sitio, cambiarme e ir a por mi
bicicleta, allí esta esperándome mi compañera de fatigas, ahora parece que los “supernadadores”
no tienen tanta prisa, cojo a mi “pequeña” y siento que vamos a pasar otro buen
rato juntos.
Empieza la carrera de bici, al
haber nadado tan mal, me planteo no mirar tiempos, voy a disfrutar de la bici
según el plan y ya veremos cómo se da. Me subo en la bici y a rodar, mis
primeros pensamientos encima de la bicicleta siempre son los mismos, sé que no
pedaleo solo y la bici es lo nuestro, desde las primeras sensaciones se que lo
vamos a hacer bien así que cojo el acople y a encontrar mi ritmo. Los primeros
40 kilómetros son un falso llano tendiendo hacia arriba que se hace bastante
bien, con el plato grande metido y concentrado en comer bastante, el ritmo te
lo rompe una subidita de unos 500 metros que te recuerda las rampas más duras
de la zona, pero nos movemos a buen ritmo, adelantando a gente y muy
concentrado hasta la primera bajada. Empiezo a bajar, la bajada no es nada
complicada y voy sin cogerme siquiera de los frenos cuando me veo a un policía
y varios jueces haciendo aspavientos con las manos, ha habido un accidente en
una zona que no tiene nada, aminoro la marcha y paso por al lado de un chaval
que esta inmóvil en el suelo, al verlo me tiemblan las manos, la cosa tiene
mala pinta, muy mala, esta imagen se me quedara marcada el resto de la carrera
preocupado de lo que le haya podido pasar al chico. Esto hace que cada vez que
veo un punto de control me preocupe mucho de que mi chip marque, sé que mi
gente me sigue en directo y no quiero que se preocupe nadie porque tardo más de
la cuenta en pasar un control, sé que si hay malas noticias será lo primero en
preocuparles, así que yo a la mía, pero que se note que estoy bien.
Una vez termina esa bajada,
empieza lo duro del día, el col de L’Ecre, puerto de primera categoría, 21
kilómetros de ascensión que a priori se van a hacer larga, yo nunca he subido
un puerto tan largo, pero a mi ritmo, sobre todo se trata de no perder ritmo y
de comer de forma coherente. El ritmo es muy bueno, yo no hago más que pasar a
gente y no me pasa nadie, pero lo de comer lo llevo mal desde el flato de la
natación. Voy obligándome a comer, pero no me entra nada, esto ahora no es un
problema, pero me empieza a preocupar porque lo va a ser más adelante seguro si
no consigo que mi estomago vuelva a funcionar como es debido. Sin dejar el
ritmo me planto arriba, el ritmo es bueno porque voy pasando a gente, y todo el
que intenta seguirme acaba cediendo, yo a la mía, voy según lo previsto, y lo
que es más importante, si quitamos la preocupación del estomago estoy
disfrutando mucho de unos paisajes espectaculares encima de la bicicleta. Acaba
el puerto pero no empezamos a bajar, nos esperan una serie de falsos llanos con
un molesto viento que nos llevaran a una
pequeña bajada y un segundo puerto antes de encarar la bajada final. El aire
molesta todo el rato pero yo a lo mío, concentración y comida. El estomago va a
peor, pero voy rodando bien, así que me planto a 40 kilómetros de meta, donde
ya solo me queda bajada hasta Niza y miro por primera vez el reloj, primera
alegría, después de una desastrosa natación estoy haciendo una bicicleta muy
decente, voy a llegar sobre 5:30, lo
cual para ser un circuito tan duro está bastante bien. Solo me queda una larga
bajada y un falso llano hasta llegar a Niza, pero entre que en la bajada mi
bici se va de delante en las curvas, la imagen del chico en el suelo, y un aire
de cara cada vez más fuerte, no da para relajar. Bueno en realidad hay gente
que si se relaja yendo a rueda, cosa la cual está prohibida, pero yo he hecho
toda la bicicleta sin hacerlo, voy cumpliendo normas, no como los que llevo
enganchados detrás de mí, algunos al final incluso me llegan a dar las gracias
y todo. En el circuito hay que ir concentrado y haciendo fuerza desde el primer
metro hasta el último, pero por fin veo el punto de poner el pie en el suelo.
180 km de ciclismo en 5:30, mucho mejor de lo esperado, y solo me queda una
maratón. Esto está hecho…
Empezamos a correr la maratón, se
trata de un circuito de ida i vuelta al aeropuerto de Niza, habrá que hacerlo
cuatro veces y empieza a apretar el calor, son sobre las 14:00 y el sol que no
había salido con fuerza estos últimos días parece que quiere también disfrutar
de esta gran fiesta que es el ironman. La primera vuelta voy bien, me encuentro
cómodo corriendo y me voy frenando, llevo un ritmo sostenido de 4:50 y lo único
que intento es ir tranquilo para que las piernas se vayan acostumbrando al
cambio, al principio siempre es duro, pero luego te habitúas así que me
controlo para correr más adelante, la sensación es muy buena y ya habrá tiempo
para apretar, seguro. Llegando al final de la primera vuelta noto que se me ha
doblado el calcetín dentro de la zapatilla, me planteo llegar a la altura de Ramón,
así tendré con quien hablar mientras arreglo el problema, así que sigo
corriendo hasta que le veo. Me paro me siento en el suelo y le dejo las gafas
para que me las limpie, me quito mi zapatilla y vaya mala sorpresa, el calcetín
está perfectamente estirado y sin pliegues. Esto sí que me preocupa, si el calcetín
no está doblado, lo que esta doblado es el pie y eso a estas alturas no tiene arreglo.
Me enfundo otra vez mis zapatillas de correr, y ale a darle que tampoco tenemos
otra elección, la cabeza empieza a dar vueltas, pero bueno, terminamos la
primera vuelta y empezamos con la segunda.
Ahora ya debería de coger mi
ritmo de crucero y con fuerza llegar hasta el final, pero durante toda la
segunda vuelta noto que no corro bien, me he quedado sin fuerzas, el calor es
sofocante y el no haber comido bien durante toda la carrera me está pasando
factura, procuro refrescarme en todos los avituallamientos e intentar acabar la
vuelta sin pensar en mucho, tomar coca cola que se siente la barriga y algún
gel a ver si la energía vuelve, pero ya mi cabeza está en lo que no debe estar,
a estas alturas solo debería pensar ya en correr y la cabeza solo piensa en
refrescarse. Al finalizar la segunda vuelta me cruzo en un avituallamiento con
mi amigo Manolo, al parecer su situación es parecida a la mía, no consigue
comer y se está quedando sin energías. Justo al pasar por contrameta oigo por
megafonía la noticia, se convoca un minuto de silencio por el triatleta
fallecido en el accidente de bicicleta, yo ya sentí que esto había pasado
cuando lo vi en el suelo, pero había que mantener la esperanza, estoy pasando
por contrameta y el ambientazo de Niza se torna en un silencio sepulcral, yo me
echo las manos a la cabeza y pienso en parar para honrar la memoria de este
joven chaval, que unas horas antes estaba en la playa, tal vez a mi lado, con
mis mismas ilusiones, y que por cosas del destino ya no verá cumplido su sueño.
Es injusto, pienso cuantos días habrá entrenado, como yo, con frio, lluvia
sacrificando otras cosas para ver su sueño cumplido. Al final creo que el mejor
homenaje es seguir corriendo. Mil recuerdos me vienen a la cabeza en estos
momentos, pero solo he de pensar en correr, la tercera vuelta se que será la más
dura de todas. Acaba el minuto de silencio, aplaudo me santiguo y me centro en
la tercera vuelta.
Empieza la tercera vuelta con un
calor abrasador, la ida hacia el aeropuerto el calor es asfixiante, en mis pies
ya mojados empiezo a notar unas ampollas que no me dejan correr, pero solo
pienso en dar un paso detrás del otro. Esta vuelta es psicológicamente la más
dura, empiezo a pensar en las cosas que me motivan, la gente que está a mi lado,
mi gente que me sigue por internet, a estas alturas las redes sociales ya son
un hervidero de gente siguiendo, gente preocupada porque mi ritmo va bajando y
bajando, gente que me daría sus pies si pudiera para que yo corriera bien. Me
acuerdo de toda esa gente que me llamaba “loco” cuando me voy a entrenar pero
que con el brillo de sus ojos me está diciendo “vamos chavalín que tu puedes”,
de toda esa gente que el día anterior te manda un mensaje que pone “estamos
contigo”, pero pese a que saber eso me motiva, mi cabeza siempre acaba pensando
en negativo, se me están asando los sesos y lo único que puedo hacer es echarme
agua avituallamiento tras avituallamiento sin obtener ningún resultado positivo.
A mitad de la tercera vuelta me
encuentro a mi amigo, ya va andando y yo me paro a andar con él un rato, los
dos nos encontramos igual, asados por el calor, llenos de pensamientos
negativos y sin haber podido comer lo necesario, hablamos un rato y nos
animamos. Sigo corriendo, solo me queda media vuelta, ya que la cuarta me la
tomare de nuevo como un regalo, al final son formas de verlo, pero se me hace más
corta.
La tercera vuelta acaba, he ido
todo el camino mirando la playa y pensando en acabar para tirarme aunque sea
vestido, así que me queda solo una vuelta, diez kilómetros para el ansiado
final. Esta última vuelta va a ser una rutina, correr de avituallamiento en
avituallamiento, refrescarme en cada uno de ellos y aplaudirles a modo de
agradecimiento, a veces no nos damos cuenta, pero sin esta gente que desinteresadamente
pasa todo su día preocupándose por nosotros, nuestros sueños no nos harían
realidad y es que los voluntarios en realidad son los grandes protagonistas de
cualquier evento, sin ellos nada sería posible. Todo esto me hace entretenerme
bastante y pese a mis yagas parece que corro sin prisa pero sin pausa y me
planto en el ultimo kilometro.
De nuevo me veo finisher, el
ultimo kilometro nada duele, todo es fácil, una sonrisa de satisfacción se
apodera de mi, ya solo queda desviarme y entrar en la recta de meta. Justo
antes de este desvío me espera Ramón, me pasa la camiseta de mis amigos, unos cracs,
la otra vez me quede con las ganas de cruzar con ella, pero esta vez no me va a
volver a pasar, también la bandera del club atletismo castalla, siempre apoyando,
siempre con palabras de ánimo para mis locuras, y siempre encabezados por su
presidente haciendo un grandísimo trabajo, esto sí es “mes que un club”. Con mi
camiseta y mi bandera me planto en recta de meta, de nuevo en una nube, de
nuevo inexplicable, la sonrisa ocupa toda mi cara y corro como si acabara de
empezar.
De nuevo finisher, al final iba a ser cierto, SI SE PUEDE SOÑAR SE
PUEDE LOGRAR. 11:22:15, lastima los problemas en la carrera, pero muy
satisfecho por superar todos los problemas, que al final de eso se trata el
ironman.
Álvaro Martínez Durá.
ENHORABUENA ÁLVARO !!!!